Plegaria

Blysta había sentido la presencia de la licántropo hacia ya un buen rato. Y aún así no se había dejado ver aún. Al igual que había hecho con Aure y con otros cientos, le encantaba observarlos, analizarlos en silencio. El amor que sentía por sus "hijos" era enorme, se podía pasar horas observándolos hablar o simplemente dormir.

Escuchó las palabras de la chica y se rió en voz baja, aunque no para burlarse, simplemente le había parecido dulce.

Al fin se dignó a presentarse ante ella, con una sonrisa amable en los labios, observándola pero sin decir nada.

Blysta frunció el ceño al ver aquel gesto y más aún tras la mueca de la chica. Se acuclilló frente a ella y sus labios se entreabrieron y curvaron en una sonrisa que mostró sus blancos dientes.

- ¿Qué te pasa lobita? - Preguntó con la desfachatez acostumbrada en él, mirándola desde aquella altura.

- ¿Te duele algo? - Dijo con una pequeña risita, aunque nuevamente no era por burlarse, si no que la risa era algo habitual en él... cuando Loth no estaba presente, claro.