¿Adopt me?

Casi se atraganta al oír las palabras del gato. Complacer, sentir bien, servicial.... todas ellas estaban dando de pleno en un pequeño montículo en sus pantalones. Casi sentía el tenedor resbalarse de lo sudadas que tenía las manos. Hasta el camarero tuvo que carraspear dos veces para que volviese a prestarle atención.

-Eh, sí, gracias -tomó la carta y ni tan siquiera se detuvo a mirar qué pedía.

Por la cara del camarero debían de ser los más buenos de la casa, ya que casi al instante despareció sonriente. Pero el demonio apenas estaba pendiente de aquello. Las malditas palabras seguían resonando una y otra vez en su cabeza con buena puntería. Retorció el mantel en sus manos y volvió a acudir a la cerveza para despejarse. Ni siquiera se daba cuenta de que los músculos de su cuerpo estaban contraídos, tensos. Aunque en su pecho eran visibles.

-Entonces, no creo que tengas problemas en encontrar trabajo. Seguro que donde te recomendaré estarán más que satisfechos -Joder, hasta yo lo estaría..., acabó mentalmente.

Tuvo que reprimir una maliciosa sonrisa al ver como el camarero tardaba en conseguir la atención del demonio, que parecía estar perdido en sus pensamientos. Ya se imaginaba que tipo de pensamientos. Parecía tan distraído que sin duda el que pidiera un vino bastante caro debió ser por error, pero Samy no se quejaría de poder probar tan excelente cosecha, no señor.

-Me esforzare para dar lo mejor de mi – dijo con entusiasmo. Daría lo mejor si, pero para embaucarle que era otra cosa. Y mientras disfrutaría del espectáculo que le ofrecían todos esos músculos. En tensión eran todavía más espectaculares.

El camarero volvió con el vino y lo sirvió en las copas de ambos antes de dejar la botella y marcharse. Samy probó un poco el vino encontrando que era tan bueno como se había imaginado. Buen cuerpo, buen aroma.... el acompañamiento ideal para la deliciosa comida, que ahora le resultaba aun más placentera.

Unos bocados a la comida y otro sorbo de vino, dejando que un pequeño gemido de placer escapara de entre sus labios como si hubiera sido inintencionado. Se estaba divirtiendo enormemente provocando al demonio, y aun más porque este creía que eran todo actos inocentes. Si él supiera....

Oyéndolo soltar esos gemiditos, se hizo con su propia copa de vino, bebiéndose casi todo lo que había en ella como si fuera una burda cerveza. ¿Por qué no podía parar de encenderlo más y más y más? Entre sus palabras y sus acciones... Seguramente no se daba cuenta de lo atractivo que era, para ser un simple gato. Nunca le habían gustado mucho, pero ahora se encontraba ahí todo acalorado e imaginándose escenas subidas de tono en su mente que luego iban directamente a donde no debían.

Se sentía más que acalorado, y el vino no ayudo mucho. Sentía oleadas de calor recorrer su piel, que parecía incluso que empezara a perlarse un poco de sudor. Tomó un trozo de pescado junto con puré de patatas y se lo llevó a la boca, intentando ignorar al otro. Su mirada clavada ahora en su plato y en la mano que no solo apretaba el mantel en su regazo.

-Eso está muy bien. Creo que... creo que quizás podríamos ir luego para que te presentase a esas personas -dijo costosamente. Incluso esa frase lo tenía martirizado. ¿Qué sólo salían ese tipo de oraciones de su boca? Tanto sexo debía haberle dejado la mente más que sucia, porque todo le estaba sonando tan mal como lo anterior-. ¿Te parece? Seguro que estarán contentos de conocerte

Se lamió lentamente los labios para recoger los restos de comida que quedaban en ellos de la forma más sensual posible sin que dejara de parecer un acto inocente, antes de sonreír y asentir con la cabeza – si, me parece bien, me esforzare en agradarles – aseguró antes de continuar comiendo.

No tenia ninguna intención de conocer a esa gente, y ya tenia el estomago bastante lleno, así que era hora de ir pensando en marcharse. Observó al demonio y le pareció que estaba lo bastante distraído con sus pensamientos para tardar algún tiempo en darse cuenta de que su preciado dinero había desaparecido.

-Ah... si me disculpas... tengo que ir un momento al baño – murmuró con timidez mientras se levantaba. La típica pero efectiva excusa para darse a la fuga – enseguida vuelvo – añadió con una sonrisa tímida y un ligero sonrojo.

Al pasar al lado de Bäel levantó la cola para distraerse con el movimiento y aprovechó para hacerse con la bolsa, todo sin parar ni un segundo, dirigiéndose hacia el baño. Claro que... en cuanto perdió de vista la mesa corrigió el rumbo, dirigiéndose a la salida y saliendo del restaurante.

Sonrió satisfecho, una sonrisa maliciosa que le hacia parecer más un pequeño diablillo que un neko. Todo había salido a pedir de boca. O lo habría hecho de no ser por un factor con el que no había contado, el tipo que le agarró por un brazo y le estrello de espaldas contra la pared de un callejón.

-¿¡Que crees que haces imbécil!? - exclamó furioso, mirando al tipo que se limitó a sacar una navaja y señalar la bolsa del dinero.
Samy tragó saliva y miró a su alrededor buscando una salida. No pensaba entregarle el dinero, ni hablar, era suyo, lo había robado limpiamente. Pero enfrentarse a aquel tipo era un suicidio, así que ¿que hacer? Si no ocurría algo pronto se veía convertido en una bonita alfombra.

El demonio apenas asintió al escucharlo y alcanzó a ver esa colita moverse casi en su cara, provocativamente. O eso le había parecido. Si no hubiese sido porque sostenía otra cosa con sus manos, la habría agarrado hasta sentar al neko en su regazo y.... quien sabe. Pero hubiesen acabado en la mesa.

Suspiró aliviado al oír como se alejaba, incluso se acomodó en la silla un poco más. Aquel gatito era demasiado para su condición mental.

Pasado un rato en el que había estado dando vueltas a la comida, su brazo quiso tocar su preciada bolsa, como asegurándose de que seguía ahí. Cuando no la notó se puso de pie casi al instante, sin importar el bulto en sus pantalones (pues su mente no había parecido querer parar de pensar) y se giró en el lugar, dirigiéndose a zancadas furiosas hacia el baño.

-Se-señor...

-¿¡QUÉ!? -gruñó, más que molesto, al saberse engañado por un simple gato.

Porque sí, estaba seguro de que había sido él.

-S-si busca a ese neko.. él-él se fue... -el camarero casi se encogió al ver al demonio casi sobre sí, como queriéndolo despedazar con los ojos que se le veían escasamente.

-¿Hace cuanto? ¡Contesta! -lo zarandeó, pero sólo consiguió que se encogiese más-. Hace cuanto -repitió, apenas conteniéndose.

-Ha-hace cinco minutos...

Bäel soltó al humano y salió a la calle como alma que lleva al diablo, girando la cabeza a ambos lados, indeciso. Al final sólo empezó a correr cerca del restaurante, sin importarle haberse ido sin pagar. Un único pensamiento recorriendo su mente: encontrar a ese gatejo y darle su merecido, ya fuese arrinconarlo en un callejón y follárselo hasta cansarse y recuperar su dinero o amordazarlo y venderlo por el dinero más bajo que pudiese y al peor comprador.

Jadeoso, paró en una esquina, pensando que así no conseguiría nada y sacó sus alas alas (sin portarle la gente que soltó exclamaciones de terror). Empezó a sobrevolar la zona con ojo crítico, hasta que vio al gatejo en un callejón y bajó en picado hacia allí, quedando tras el humano que intentaba robarle. Menuda ironía, pensó, torciendo una sonrisa.

-¿Qué pasa? ¿Tu padre te viola y te pide que robes por el a desconocidos? -le preguntó al neko, recostándose a un lado de la pared de lado para verlo con sus ojos rojos, fulminantes y enojados. Con el aire el cabello se había movido por completo.

Apenas le importaba el humano, o ese cuchillo. Aunque esta claro que no dejaría que otro lo dañase. Al menos otro que no fuese él.

-¿Qué pasa? ¿Tu padre te viola y te pide que robes por el a desconocidos? -

''Oh... oh, nivel de problemas aumentando'' pensó mirando aquellas dos hogueras que parecían querer hacerle arder hasta consumirle por completo, y no de una forma positiva precisamente. Puso a funcionar los engranajes de su mente, buscando una salida para todo aquel enorme lío en el que se había metido.

-¿Y tu quien carajos eres?

La intervención del humano le vino de perlas, dándole una estupenda idea que esperaba funcionara, o al menos le diera algo de tiempo. ¿No había dicho Bäel algo de pedir que robes? Pues bueno, a montar una excusa como esa.

-E-es el d-dueño del d-dinero amo – murmuró con un timbre de terror en la voz. Podía haberse echado a reír por la cara que puso su ''amo'' al oírle – y-yo solo quería comprar mi libertad, d-de veras que lo siento, después de lo amable que has sido conmigo... - sollozó dirigiéndose esta vez al demonio, dejando resbalar lagrimas por sus mejillas.

No las tenia todas consigo de que Bäel se tragara sus lagrimas de cocodrilo, pero al menos esperaba crear la suficiente confusión para escapar. El humano desde luego parecía lo bastante aturdido para no reaccionar de una forma coherente, quedándose ahí plantado con la boca abierta. Una situación de lo más cómica. Si salia con bien de esta se reiría muchas veces con el recuerdo.

El demonio simplemente barrió con sus ojos al humano nada más oír la palabra 'amo'. ¿Aquel humano tan poco agraciado era su amo? ¿Aquel humano tenía la suerte de tenerlo en su cama y de hacerle lo que quisiese a ese gatito? ¿De tocarlo? ¿De besarlo?... No supo por qué, pero su adrenalina y su enojo se centraron en aquella criatura inmunda que simplemente los observaba con la boca abierta.

-¿Eres su amo? -preguntó con voz ronca, mirando de reojo la cara del gato.

Se levantó de la pared y agarró al neko por un brazo, sin apretar mucho pero haciendo el agarre seguro. También cogió la mano con la que el humano empuñaba la navaja, retorciéndola con toda la fuerza que no imponía sobre el otro.

-Repito, carne con patas inmunda, ¿eres su amo? -retorció el brazo un poco más, oyendo como el humano soltaba un quejido debido al dolor. Parecía que por fin empezaba a pasársele la sorpresa sólo para encontrarse con un demonio excitado, enojado, agresivo y violento.

-N-no sé de qué me hablas. Ese neko... ¡AH! -el brazo del humano volvió a ser retorcido, mientras el demonio lo miraba sin sentimiento alguno.

Sólamente le importaba el gatito que sujetaba con su otra mano.

-Dime gatito, ¿es tu amo de verdad? -preguntó, acercándose a la cara del neko y lamiendo una de sus lágrimas por toda la mejilla hasta llegar al ojo.

-¿Eres su amo?

Woooh... éxito rotundo. No se podía creer que se lo estuviera tragando así de fácil, y además se estaba poniendo aun más sexy con aquella postura de... ¿salvador? Bueno, lo que fuera, pero le sentaba de miedo.

Lo único malo que veía en el asunto era la mano que aferraba su brazo. De esa forma no podría escapar... aunque por otra parte podría observar el espectáculo, ese estúpido humano se merecía un buen escarmiento por tratar de robarle.

-Repito, carne con patas inmunda, ¿eres su amo?

Ah... música para sus oídos, que se retorciera, que chillara como un cerdo. Si, era un neko vengativo y no le creaba ni un poquito de remordimiento estar causando de forma un tanto indirecta el dolor de aquel hombre. Después de todo tampoco es como si el humano fuera un ser inocente ni mucho menos.

-N-no sé de qué me hablas. Ese neko... ¡AH!

No le preocupaba lo que pudiera decir aquel hombre, después de todo... ¿entre un precioso neko de apariencia dulce y un humano feo con pinta de delincuente? ¿quien tenia mayores posibilidades de ser creído? Claramente apostaba por si mismo.

-Dime gatito, ¿es tu amo de verdad?

Se estremeció y enrojeció parando un poco las lagrimas para mirar con cara de tristeza y temor al demonio al mismo tiempo que asentía lentamente con la cabeza. Temblando con las orejas caídas y la cola erizada para dar aun más una apariencia de pobre y asustadizo gatito, encogiéndose y cerrando los con fuerza cuando el humano empezó a dar gritos llamandole mentiroso.

-N-no miento... d-de verdad... ¿te acuerdas lo que te conté de mi madre? - preguntó dejando que las lagrimas volvieran acorrer – p-pues en realidad m-me endeude... y los hombres a los que les debía el dinero me vendieron a este hombre... - susurró con su mayor vocecilla lastimera. El humano estaba perdido.

El humano chillaba soltando insultos y diciéndole mentiroso al neko mientras el demonio retorcía más su brazo hasta escuchar como se partía el hueso con satisfacción. Todo ello sin alejarse un ápice del gatito, al cual tenía ahora enganchado de la cintura mientras ese humano caía de rodilla sal suelo, agarrándose el brazo.

Su navaja se había caído un poco más alejada, y en cuanto pudo, agarrando el brazo que caía algo grotesco, empuñó su navaja y fue directo a Bäel. Pobres humanos sin cerebro. ¿Con una mano y a él? No pudo más que reírse por lo bajo. Su risa sonó grave, de ultratumba mientras batallaba con la mano del humano hasta partirle unos dedos y hacerse con la navaja.

El demonio agarró al humano del brazo, sacando sus garras y atravesando la carne, escuchándolo gritar y gritar con ojos llororos y suplicante. Él simplemente lo ignoro, y diriguió la navaja a su cuello. Su mejilla estaba apoyada contra la de Samy, y respiraba casi contra los labios de éste.

-Si es tu amo pienso partirlo en dos, despedazarlo lentamente frente a tus ojos y luego hacerme contigo -dijo suavemente, casi en un susurro, como si estuviese calmado y allí no hubiese pasado nada.

Pero en realidad sí pasaba. Estaba estúpidamente cegado por no sabía qué. Ahí, a punto de matar a un humano (cosa que no le importaba mucho) sólo porque aquel gato había despertado en él sus más bajos instintos en poco rato. Mucho más rápido de lo que nadie lo había hecho antes.

Escuchó un crujido y se estremeció al darse cuenta de que el sonido lo había producido el hueso del humano. Pensar que el demonio tenia tanta fuerza para partirlo así de fácil le hacia sentir el corazón acelerado y una excitación que nada tenia que ver con el miedo.

Le estaba costando controlarse y seguir pareciendo un gato asustado, cuando más bien tenia ganas de lamer la tableta de chocolate que eran los abdominales del demonio, y encima el humano estúpido no se rendía y le daba más motivos a Bäel para demostrar porque se debía tener cuidado con un demonio cabreado.

''¡Por Ael! ¡que lo mate de una maldita vez!'' pensó desesperado, con la respiración acelerada y temblando, manteniendo con esfuerzo un expresión de terror en su cara y la cola erizada. No aguantaría mucho más de seguir así.

-Si es tu amo pienso partirlo en dos, despedazarlo lentamente frente a tus ojos y luego hacerme contigo

''¡Cortale la maldita garganta y vamonos de aquí!'' pensó deseoso de que acabara de una vez. Con la distracción que le suponía el demonio de esa forma le estaba costando demasiado mantener el teatro, y si la cagaba lo iba a tener muy difícil para escapar después.

-N-no me harás daño ¿verdad? - susurró tembloroso – él ya se encargo de enseñarme que me irá mal si no obedezco, no quiero que me peguen más – sollozó temblando aun más. No le vendría mal esa nueva mentira si ayudaba tanto a que terminara de matar al humano como si evitaba que quisiera ponerle la mano encima, y no para hacerle caricias. Además, tenia unos cuantos moretones que se había hecho en una huida el otro día, y el raspón en la espalda que se había hecho por culpa del humano para corroborarlo.

No pudo más que gruñir al escuchar lo último. No se sentía capaz de controlarse al oír que ese imbécil había tocado la piel del neko, ya fuese para besarla, lamerla o golpearla. Sentía su interior arder, y el navaja en su mano se hundía cada vez más en la carne del humano.

-Pedazo de basura. Ojalá hagan un buen decorado con tus órganos los perros callejeros -hundió del todo la navaja, sintiendo como la sangre manchaba su mano mientras el hombre empezaba a agonizar y a engancharse a su mano.

Bäel lo pateó al suelo, y empezó a pisar su pecho notando el hueso resistirse bajo su bpta. Lo miraba con asco y desaprobación, con ganas de pelarle el mismo la piel con ese cuchillo y enmarcarla por todo el callejón. Ni siquiera medía la fuerza que estaba imprimiendo sobre el otro. Lanzó un escupitajo a la cara contraida y manchada del humano, riendo roncamente.

Su mano se mantenía firme en la cadera del neko, mientras su lengua salía para lamer los labios. La navaja aun estaba en su mano, pero pronto dobló la oja con un dedo y le tiró por ahí.

-No pienso hacerte daño. Pero desde ahora me perteneces. Sólo debes portarte bien -lo miró fijamente a los ojos, sin dejas de apretar el pie en el humano, y lamiendo su cuello mientras los últimos gruñidos y quejidos salían de la boca del humano.

Al final dejó de hacer presión y se giró de pleno ante el gato, apoyando sus antebrazos en la pared, a cada lado de la cabeza, y mirándolo fijamente, sin dejar de respirar contra sus labios.

-Si haces todo eso, te mantendré a mi lado durante mucho tiempo, y no te faltará comida. Y si hace falta pagaré esas deudas -su boca, sin duda, hablaba antes que su cerebro.

El gruñido de Bäel le hizo sentir un corrientazo de calor recorrerle. Dioses, que no volviera hacerlo, al menos no aun. Cuando terminara con el humano que hiciera lo que quisiera.

-Pedazo de basura. Ojalá hagan un buen decorado con tus órganos los perros callejeros

Tuvo que enrollar su cola alrededor de su pierna para no moverla con agrado al ver como finalmente el demonio mataba al humano. Era realmente sexy, y muy satisfactorio ver como mataba solo por un poco de manipulación suya.

Era increíble como maltrataba al humano, con que saña le dañaba. No le bastaba que ya estuviera agonizando, además le daba una patada y empezaba a aplastarle con el pie, y juraría que ademas del borboteo de sangre que emitía el hombre por la boca, había escuchado un crujido. Grotesco. Aunque la risa después de escupirle le gusto bastante.

Sentir la mano en su cadera le estaba quemando, y ver conque facilidad doblo la hoja de la navaja... buff, se estaba poniendo malo. Pero tenia que tener mucho cuidado si no quería acabar como el humano o incluso peor.

-No pienso hacerte daño. Pero desde ahora me perteneces. Sólo debes portarte bien

Ah... eso de que le pertenecía estaba por verse, y lo de portarse bien... que no contara mucho con ello. Pero de momento fingiría, el cadáver que ya era el humano le recomendaba seguir con la pantomima. Por eso se pegó contra la pared, mirando a Bäel con cara asustada cuando le acorralo. Temblando de deseó ante esos labios tan cercanos, y esperando que pasaran por temblores de miedo.

-Si haces todo eso, te mantendré a mi lado durante mucho tiempo, y no te faltará comida. Y si hace falta pagaré esas deudas

Un momento... ¿comida? ¿dinero? Vaya... no sonaba tan mal... pero había un pequeño handicap en todo ese asunto. No quería ni pensar en lo que le haría el demonio si averiguaba que le había mentido. Así que aunque sonara bastante atractivo seria mejor que escapara en cuanto tuviera la menor oportunidad.

-Y-yo... me... me portare bien... amo – susurró contra los labios de Bäel. Esperaba poder mantener la cabeza fría para salir con bien del lío – seré bueno...

Bäel no parecía escuchar nada de lo que el neko decía, en su cabeza simplemente retumbaba la palabra amo con una fuerza que no creía que fuese posible. Incluso el bulto en sus pantalones dio un respingo. No dejaba de mirar al neko fijamente, incluso su mano ensangrentada tomo su rostro por la barbilla para elevar un poco más su cara.

Sus labios tocaron los ajenos casi sin pensar lo que hacía. Seguramente acababa de volverse loco y después de aquello lo encerrarían en un manicomio. No era posible que estuviese en ese estado sólo por lo que el neko le había dicho.

Pegó más su cuerpo al del otro, mientras empezaba a profundizar el beso sin dejar de mirarlo en todo momento. La respiración salía con fuerza a través de su nariz, y su sexo estaba apretado contra la cadera del otro. Muy bonito, se estaba ridiculizando de una manera completamente animal. Si en unos instantes venían a él los perros y no al humano, no le extrañaría. Aunque a él lo buscarían como un hermano sin cerebro y hormonas andantes.

No pudo más que soltar otro gruñido cuando tiró un poco del labio del otro, como marcándolo, y luego lo succionó con deseo.

La fijeza con la que le miraba el demonio le hacia sentir la boca seca. Casi parecía que quisiera devorarle con aquellos ojos. Unos ojos tan rojos como la sangre que manchaba la mano que sostuvo su barbilla, elevando su rostro hacia el del otro.

Unos labios sobre los suyos, ardientes, abrasándole, encendiendo todo su ser. Estaba al borde del abismo, apunto de perder el control, y sentir la lujuria que causaba en Bäel en forma de bulto cuando este se pegó a él, no fue precisamente de ayuda.

Otro gruñido, la succión en su labio... no pudo más. Con un ligero maullido llevó sus manos al pecho del demonio, acariciando ese torso que tanto le había llamado la atención, encontrando que era tan firme y duro como se lo había imaginado, pero más suave y cálido.

Buscó los labios del demonio y le besó con ansias, demasiado encendido para controlarse. Bien, todo su autocontrol se había ido por el caño, pero... ¿podía alguien culparle? Después de todo aun se encontraba dentro de esa etapa en la vida en la que las hormonas ejercían un gran control sobre tu vida y en el que el aproximadamente se pensaba un sesenta por ciento del tempo en el sexo. Y si a esto le sumábamos un demonio endemoniadamente sexy y apuesto... en fin, estaba claro que acabaría de esta forma. Bon voyage consciencia... bienvenido instinto primario. Adiós fachada de neko inocente, hola lujuria pura.

No pudo más que jadear cuando sintió como aquellos suaves labios le respondían. Su cabeza era un cúmulo de pensamientos deshilados y confusos. Ninguno casaba con otro, lo único que tenía setido era la cálida figura que se pegaba a la suya. Lo demás simplemente parecía carecer se sentido en ese momento. Deboró la boca con unas ansias irreflenables.

Ni siquiera se paró a pensar en como aquel gatito que se había mostrado tan tímido y vergonzoso se había convertido en una boca tan fogosa. Su mano se deslizó por la cadera, repasando el hueso en ella, para perderse por la parte de atrás del pantalón, haciéndose con sus nalgas. Las masajeó y apretó nada controladamente. Parecía una bestia irracional en aquel momento, y aunque se daba cuenta, simplemente mandó todo a mierda.

Su propia cadera se movió y empezó a rozarse contra el otro, ayudándose de la mano que empujaba las caderas del neko. Sin mucha fuerza, pero con decisión.

Notó una mano estrujarle el trasero, arrancándole un gemido, ahogado por el desenfrenado beso en el que aun se mantenían. Cuando Bäel empezó a rozarse contra él, alzó una pierna para rodear con ella la cintura del demonio, haciendo la fricción más intensa, más placentera.

Cortó el beso, descansando la mejilla contra el cuello del otro mientras trataba de recuperar aire. Dioses... había sido tan intenso, y solo era un beso. ¿Como seria el resto? Bien... seria mejor averiguarlo ¿no?

Empezó a lamer el cuello de Bäel mientras deslizaba sus manos de su torso hacia abajo hasta llegar a los pantalones de cuero, forcejeando con ellos para bajarlos. Se separó del cuello del demonio para echar un vistazo a lo que estaba haciendo, terminando de soltar los pantalones y bajarlos de un tirón.

Se avanzó de nuevo contra los labios de Bäel, mientras le recorría el cuerpo con las manos, como si pretendiera memorizarlo de aquella manera, antes de abrazarse a su cuello, pegándose a él y restregándose como si estuviera en celo.

¡Por Loth! Aquellas manos se sentían genial recorriéndolo, dejando estelas de calor sobre su ya más que caliente piel. Se había dejado hacer hasta que aquellos molestos pantalones ceñidos habían desaparecido, agradeciendo que aquellas manitas volviesen a su piel. Las suyas propias no se quedaban quietas mientras sentía la lengua del neko recorrer su cuello.

Ladeó el cuello, gruñendo por molesto pelo que le impedía sentir al cien por cien aquella lenguita. Sus manos recorrían por encima de la ropa del otro, serpenteando hasta colarse bajo la tela y sentír el tacto del delgado cuerpo bajo sus yemas. La piel se sentía suave, casi como la de un bebé. Aquello parecía imposible, pero en aquel pequeñín era cierto. Sus caderas arremetían contra las ajenas sintiendo el tacto de la tela contra su sexo de manera deliciosa; pero sabía que aquello podía mejorar si el gatito perdía sus pantalones y entonces era el pene del otro el que sentía contra el suyo.

Ese solo pensamiento hizo que un ronco gemido escapase por sus enrojecidos labios, mientras sus dedos se colaban dentro de los pantalones, amasando las nalga directamente. Luego bordearon pasando por las caderas y el hueso de ellas, hasta sentir el bello acariciarse juguetonamente contra sus dedos.

-¿Te los quitamos? -le preguntó, apenas considerando el cambio repentino de actitud del gatito. Sólo tenía en mente que así le ponía muchísimo más.

Dioses, dioses, dioses... sentir aquellas manos recorrerle tocando directamente su piel era increíble. Tanto que estaba seguro que solo con eso seria capaz de correrse, pero no, quería el paquete completo y lo quería cuanto antes. ¡Por Ael! ¡estaba más caliente que las llamas de Blysta! Y el bombero que podía apagar ese fuego que le quemaba se llamaba Bäel.

Sentir sus manos tan cerca de su necesitado y aprisionado miembro fue demasiado. ¡Queria esas manos mas abajo ya! Las quería justo en su miembro, bombeando una y otra vez.

-¿Te los quitamos?

-Siiiiiii... - murmuró en lo que pareció un maullido, llevando sus manos a su propio pantalón, forcejeando hasta que consiguió desabrocharlo – ya, ya, por favor... - suplicó desesperado, bajándose los pantalones meramente lo necesario para liberar su miembro antes de llevar los brazos nuevamente al cuello de Bäel y devorar una vez más sus labios.

Un gruñido fiero escapó de entre el beso mientras Bäel respondía con una intensidad que parecía que en vez de besarle estuviese despedazando los labios del gatito. Pero no era así, simplemente no era capaz de controlar su pasión y su deseo y este estaba desbordándose por momentos. Su lengua batallaba con la del otro, su lengua se rozaba con la ajena, mientras sus respiraciones pesadas se mezclaban.

Con sus ojos anclados en los azules del neko, bajó su mano y acarició el sexo con la palma abierta. Tan sólo un roce. Suficiente para sentir como palpitaba con vida propia. Con su dedo gordo repasó y acarició el glande, acercándo su propia polla a la otra para sentir como se rozaban mientras la embestía con insistencia. La otra mano permanecía en las nalgas, bajando poco a poco el pantalón hasta liberarlo del todo.

Y ahí estaban, el demonio desnudo y con los pantalones en sus tobillos, y el neko igual, pero con camisa. Una molesta camisa que lo estaba volviendo loquito. Pero simplemente cogió con la misma mano ambas erecciones y empezó a bombearlas con rapidez, lamiendo los labios del otro tentativamente, apartándose un poco para volver a ellos como si no pudiese vivir aparte de estos.

-Agarrate a mi, agarrate a mi... -pidió con voz ronca, palmeando las nalgas para que se enganchase con ambas piernas a su cintura. ¡Por Loth! Estaba siendo devorado por un fuego más potente que el del mismisimo infierno.

En medió de una lucha de lenguas, mientras bebía con sus ojos de los del otro, sintió un pequeño roce en su erecto pene que le arrancó un siseó deseoso, y un gemido de satisfacción al sentirse acariciado el aquel lugar. Solo se dio cuenta de que al igual que el demonio llevaba sus pantalones por los tobillos cuando le molestaron al tratar de mover un poco las piernas.

Soluciono rápido el problema al sacarlas definitivamente del pantalón, justo a tiempo de sentir como su polla era envuelta en la mano de Bäel junto a la de este. Un gemido mezclado con un maullido brotó de su boca al sentir el azote en su trasero. Ayudandose con los brazos enanchó sus piernas de un salto alrededor de la cintura del demonio, buscando de inmediato la boca del otro mientras emitía un ligero ronroneo mezclado con gemidos.

Su cola se enrolló ligeramente en la pierna de Bäel, acariciándole el muslo al moverla mientras sus manos se colocaban en su espalda, clavando ligeramente las uñas en la piel del demonio. Mordisqueó levemente los labios de otro, dándoles pequeñas lamidas antes de introducir su lengua dentro de la boca de Bäel, recorriendola con ella como si tratara de aprenderse cada recoveco de ella.

El cuerpo del demonio temblaba. El cosquilleo que dejaba el bello de la cola del gatito y sus uñas hundidas en su piel, sólo hizo que su polla diese un tirón, junto con sus bolas, que se comprimieron. La sensación de la piel sensible de su sexo contra la del otro era magnifica, y las gotitas translucidas que se adivinaban y empezaban a mojar su mano lo decían todo también.

Teniendo a Samy agarrado de su cintura, podía manejarlo mejor.

Su lengua se batía con la del otro, mientras sentía sus labios palpitar por el ataque previo. Tenía ganas de hacer tantas cosas... estaba tan ansioso... que no creía ser capaz de aguantar un segundo más sin clavarse de lleno en aquel cuerpo tembloroso. La piel del chico se notaba brillante, igual que la suya, y la vista de sus mejillas arreboladas provocaban que sus manos amasaran más las nalgas, soltando algunos pequeños golpes e incluso haciendo que enrojecieran levemente aunque él, desgraciadamente, no lo pudiese apreciar. Mientras una de sus manos seguía con esa tarea que le gustaba (pues observar lo que aquello ocasionaba en el gatito sólo le ponía más), la otra serpenteó hasta hacerse hueco en la separación de aquellas pequeñas montañas. Uno de sus dedos tentaba tembloroso, acariciando el pequeño orificio con lenta satisfacción.

Estaba que no podía más, completamente caliente, con las mejillas rojas de excitación, cada azote que recibía solo conseguía que se sintiera más ansioso, soltando pequeños maullidos y gemidos de excitación. Probablemente tenia las nalgas rojas, porque las sentía arder, pero lejos de molestarle, el ligero dolor mezclado con el dolor le resultaba increíblemente placentero.

Clavó aun más sus garras en la espalda de Bäel al sentir el dedo de este cerca de su entrada, empujando las caderas hacia este, deseoso de sentirle en su interior. ¡Por el amor de Ael! ¡que se diera prisa! Lo quería ya, a él entero, no solo un dedo, ¡quería sentirle llenandole por completo de una maldita vez!

-Ya... vamos... no aguanto... - suplicó jadeante – por favor... hazlo ya... - maulló lastimeramente, moviendo más las caderas y lamiendo el cuello del demonio.

-Te haré daño, gatito -jadeó contra los labios del neko, tirando de ellos y pasando luego la lengua por toda la mandíbula y su mejilla, hasta llegar a la oreja y mordisquearla.

El dedo que jugueteaba entre las nalgas se hundió cuando las caderas del neko se movieron. No del todo, pero lo suficiente como la sintiese aquel calor palpitante contra su falange. Empezó a acariciar aquel pasadizo, notando la estrechez que lo comprimía y no dejaba de pensar en como se sentiría aquello alrededor de su sexo. Con impaciencia un segundo dedo empezó a bordear, haciéndose un pequeño hueco entre el anterior.

Incluso sus propias caderas se movieron y su polla quedó en la rajita, acariciando el espacio junto con sus dedos. La mano en Samy seguía moviéndose con calma, no quería que aquello se acabase antes de comenzar. Las nalgadas tampoco cesaban, al igual que el estrujarlas con fuerza. Sacó los dedos y sus manos instantaneamente se hicieron con las nalgas, haciendo que las caderas ajenas revotasen contra sus abdominales, quedando el sexo de este contra ellos.

¿Por qué se preocupaba por no hacerle daño? Podía tenerlo cuando quisiera y como quisiera. Y eso iba a hacer. La cabeza de su polla empezó a desfilar libremente en la overtura, tentando a la entrada y embadurnándola con algo de líquido.

¿Daño? ¿¡daño!? ¡pero si ya le dolían las pelotas de tanto esperar! ¡que se decidiera de una maldita vez! que no era de cristal para romperse por algo así. Y oh... dioses... ¿tenia que morderle justo la oreja? Le iba a dar algo, seguro, con lo caliente que estaba y encima iba y daba con uno de sus puntos débiles.

Maldito demonio... y ahí iba con el dedo, cuando el se moría por algo más grande, grueso y que rezumaba un liquido blanquecino que nada tenia que ver con la leche aunque a veces se le llamara así. El segundo dedo entró con mayor molestia que el primero, pero con el calentón que llevaba encima ni importancia le daba.

Sentir aquella dureza tan cerca de su ano, con aquellos dedos moviéndose y las palmadas en su trasero que no cesaban le tenían apunto de golpear a Bäel para que se diera prisa, cuando sintió los dedos salir de su interior. Gimió deseoso, estremeciéndose cuando su polla se froto, aprisionada entre ambos.

Sintió el miembro de Bäel, empujando un poco en su entrada, mojandola, y ansioso movió su cadera, empalándose el mismo, arañando la espalda del demonio y emitiendo un sonoro maullido en el proceso. Si, había dolido, pero merecía la pena.

El demonio gruñó al notar su glande siendo apretado, casi exprimido. Aquella sensación le encantaba. Cada vez que se acostaba con alguien era el momento que más gozaba, a parte de cuando se corría. Y ya sentirse del todo dentro había sido una maravilla. La estrechez casi hacia que se sintiese mareado.

Siguió mordisqueando la oreja mientras con sus caderas empezaba a empujarse contra el trasero del otro, haciendo que rebotase y que su polla no dejase de entrar y salir. Hasta sus bolas se comprimieron, chocando contra las nalgas y provocando un sonido que lo encendía más, haciendo que el ritmo aumentase por momentos. No dejaba de jadear y gruñir contra la orejita, buscando de nuevo su boca con unas ansias poderosas.

Se hizo con ella casi con desesperación, mientras sus dientes chocaban y sus labios se encontraban por momentos. Tiraba de ellos, los succionaba y los lamía sin dejar de mirarlo, de expulsar el aire caliente contra los mojados labios del otro. Los dedos en las nalgas se hundían, no con tanta fuerza como aquellos en su espalda (de los cuales para nada se quejaba, más bien le hubiese gustado tener cabeza suficiente para decirle: ¡OH JODER, MÄS!), pero si con la firmeza justa como para apretarlas y estrujarlas a su antojo.