¿Adopt me?

Mordisqueos en su oreja, y la polla de Bäel en su entrada, dentro y fuera, dentro y fuera... y cada vez más deprisa. Estaba en la gloria, y aun faltaba lo mejor, aunque con el ritmo de las embestidas y roce continuó en su miembro no tardaría demasiado.

Sintió el beso desesperado del otro y respondió con ganas, jadeando, maullando y gimiendo. Sentía su miembro completamente hinchado, palpitando entre los dos y apunto de explotar. Gimió moviéndose para aumentar el roce y sentir aun más la polla del otro dentro suya, llenandole por completo.

Un maullido más largo e intenso se abrió paso en su garganta al tiempo que una ola de intenso placer le llenaba, haciéndole tensarse y arañar con fuerza la espalda sel demonio al tiempo que se corría entre los dos. Apoyó su cabeza contra el pecho de Bäel, dejando laxas las piernas, agotado y temblando debido al intenso orgasmo.

Cuando el demonio sintió las uñas clavarse aún más o como el otro se cerraba casi estrangulándolo alrededor suya mientras se corría, no pudo evitar soltar una exclamación seguida de un ronco gemido y venirse con una fuerza que no creía posible. Sus piernas temblaban y tuvo que apoyar la espalda del neko contra la pared (eso sí, evitando dejarse caer por completo en éste), apoyando su frente en el cabello húmedo de Samy.

Los jadeos del chico le habían encantado, y todavía continuaba escuchando la respiración acelerada con curiosidad, a pesar de que la suya estaba igual. Continuaba dentro del neko, aunque comenzaba a sentir como la hinchazón estaba bajando, o como el liquido salía poco a poco. Se separó levemente para acudir al cuello del otro y empezar a lamerlo como si se tratase de un simple perro que da consuelo. Aunque quizás simplemente agradecía aquella experiencia con eso.

-Ha sido genial... -susurró contra la piel húmeda de su saliva y del sudor-. Si... si siempre vas a ser así de apasionado... creo que tendrás muchas recompensas -continuó, aún falto de aliento.

Ahora que su cabeza estaba despejada, podía empezar a pensar un poco y recapacitar. Apenas tuvo que echar una ojeada al suelo para ver el cadaver con aquella mueca tan poco atractiva, o darse cuenta de que estaba en un maldito callejón, con gente paseando a apenas unos metros. También se preguntaba como un gatito tan inocente de repente podía encenderse tanto.

-Ey, gatito. Tu amo ya no está, me das la bolsa y nos vamos a otra parte... Y, por cierto, ¿él te hacía esto? -apoyó su frente en la otra, mirándolo fijo, apartándose en cabello de los ojos y de la frente sudada con un soplido previamente, mientras su mano buscaba la del otro para arrebatarle el dinero-. Te veías demasiado bien y demasiado poco inocente.

Jadeaba medio dormido, sintiendo el semen escurrir por sus piernas y a Bäel aun dentro de su palpitante entrada. Comenzó a ronronear al sentir las lamidas en su cuello, dejando sus orejas caer lacias, relajadas al igual que él, mientras desenrollaba la cola de la pierna del demonio y empezaba a moverla lentamente.

-Ha sido genial... -susurró contra la piel húmeda de su saliva y del sudor-. Si... si siempre vas a ser así de apasionado... creo que tendrás muchas recompensas

''Hum... si, a sido genial, creo que el polvo en si esta bastante bien como recompensa'' pensó con un pequeño bostezo y sin dejar de ronronear.

-Ey, gatito. Tu amo ya no está, me das la bolsa y nos vamos a otra parte... Y, por cierto, ¿él te hacía esto? -apoyó su frente en la otra, mirándolo fijo, apartándose en cabello de los ojos y de la frente sudada con un soplido previamente, mientras su mano buscaba la del otro para arrebatarle el dinero-. Te veías demasiado bien y demasiado poco inocente.

Se tensó sin poder evitarlo ante esas palabras, con la mente demasiado embotada aun para hacer una actuación en condiciones ni inventarse una respuesta rápida y coherente. Tragó saliva y se pasó nerviosamente la lengua por los labios, esperando que Bäel no se diera cuenta de que sucedía algo raro y achacara su comportamiento a otra cosa.

-Si... - susurró soltando con reticencia la bolsa en manos del demonio – me hacia esto... pero no se sentía tan bien – murmuró con lo que trato que fuera una voz tímida, pero que debido al embotamiento y agotamiento no estuvo seguro de que le saliera bien. Al menos podía decir que en parte era verdad lo que había dicho, nunca había tenido una sesión de sexo tan buena como aquella.

Los ojos rojos estaban fijos en los otros, intentando averiguar si lo que decía era verdad. Porque como lo fuese le entraban unas tremendas ganas de volver a cogerselo ahí mismo, sobre todo con la última parte. ¿Cómo esperaban que un demonio se comportase con semejante 'manjar' en frente suya?

Había seguido tenso el movimiento de la lengua al acariciar los labios, dejando salir al terminar. No sabía que haría él con un neko en su casa. No tenía ni la más remota idea. Pero si aquello era como una recompensa al llegar de trabajar estaría encantado de mantenerlo en su casa. Ni siquiera tendría que molestarse en buscar a alguien cuando le apeteciese, simplemente tendría que agarrarle las caderas, hacerle poner el culo y listo. Una perfecta imagen mental en su cabeza. Si señor. Loth debía haber sido el que diese a sus criaturas la imaginación más activa y retorcida sin dudas.

El cambio de timbre simplemente lo relacionó con el cansancio. Él mismo sentía acalambrados los musculos de las piernas, pero sentía que había valido la pena. Con un pequeño gruñido salió del otro, tirando de sus pantalones para ponérselos más o menos bien, sin importarle el pringue que sentía en su abdomen o aquel gatito medio endormiscado en sus brazos.

-Bien, porque yo pienso hacer que pienses que conmigo será el mejor -de una patada tiró hacia arriba los pantalones del otro, cogiéndolos con una mano antes de que volviesen a caer-. SIEMPRE... Ahora vamos a un lugar menos espantoso.

Oh, bien, se lo había tragado. No sabía se eso le convertía en un estupendo mentiroso, en alguien con suerte o al demonio en un crédulo de primera, pero el caso es que por ahora había salvado el pellejo y daba gracias a Ael por ello. No tenia ningunas ganas de averiguar lo que haría Bäel si se enteraba de la mentira, o las mentiras, o lo que fuera.

-Ah... si amo... aunque... no creo que pueda andar... - murmuró con timidez, recuperada ya su concentración y habilidad para la mentira, incluso pudiendo sonrojarse a su antojo de nuevo. Ya se había recuperado del todo, y con suerte no tendría que andar a donde quiera que fueran. Le daba una pereza tremenda con tanto cansancio.

-Me llamo Bäel, no amo -gruñó. Aunque no que la palabra le desagradase, pero no se veía llamándolo esclavo aunque así fuese.

Con un bufido, sus alas empezaron a salir de su espalda. Apenas se oyó un crujido cuando estas emergieron en todo su esplendor. No se podían comprar a las de un ángel, ni a las de un ángel caído o una calandria, pero tenían su encanto. Aunque él no se lo encontrase, claro.

Agarró bien al neko, aún estrujando las nalgas entre sus dedos mientras las tapaba como podía para que nadie se las llegase a ver cuando se fueran. Debía encontrarse mucho mejor, porque aquél tono había regresado al igual que el sonrojo, y aunque le gustaron no pudo evitar pensar si aquél gatito era bipolar o el sexo lo transformaba en una pequeña bestia muy fogosa.

Dejó que la cabeza del neko descansase en el hueco de su cuello y volvió a hablar:

-Iremos volando. Sólo sujetate con fuerza si no quieres caerte y acabar como un bonito gato atropellado contra el suelo.

¿Prefería que le llamara por su nombre? mejor, si tenia que estar llamandole continuamente amo acabaría por salirle una ulcera. Era demasiado suyo para soportar la idea de pertenecerle a otro, de que tuvieran pleno control sobre su vida, aunque la parte de casa y comida gratis no estaba mal.

Un crujido le saco de sus pensamientos para mirar a la espalda de Bäel. ''Wooo! Impresionantes...'' pensó observando las alas. Le daban ganas de tocarlas, con esa apariencia tan suave y a la vez cálida, se preguntaba si tendrían el mismo tacto que el cuero, o si quizás se parecería más a la piel del resto del cuerpo del demonio, como aquellas manos que le estrujaban el trasero.

-Si Bäel – susurró con cierto soniquete en el nombre, que sin embargo podía pasar por algo inocente. Abrazó con fuerza el cuello de Bäel y con la cara escondida en el cuello del demonio se permitió esbozar un sonrisa maliciosa y divertida, sin peligro de que pudiera descubrirla. Al menos todo el asunto era bastante divertido.