La aburrida eternidad [Privado Bäel]

Aquello ya era una cosumbre, el puro aburrimiento del día a día habían hecho que Lyan se habituase a la bebida más que de costumbre. Estar embriagado hacía que la vida pareciera un poco menos triste... sólo un poco y, eso, si es que no se pasaba con las copas porque entonces todo se volvía de un color negro deprimente.

Tras acabar esa última copa se puso en pie y dejó dinero sobre la mesa, saliendo a trompicones del local. Chocaba con la gente y apenas murmuraba un "Disculpe" para los cuellos de la camisa pues ni si quiera tenía ganas de hablar en voz alta.

Una vez en la calle el viento le chocó en la cara y las plumas de sus alas se estremecieron ante el fresco.

Este cambio de temperatura le hizo perder el equilibrio y casi caer al suelo.

Bäel, que pasaba por aquella calle justo de camino al bar (su lugar predilecto después de una 'dura jornada', según él), chocó contra el joven que cayó, literalmente, sobre él. Gruñó algo inteligible cuando sintió que uno de los codos del otro se clavaba en su estómago, haciendo que perdiese la respiración por unos segundos.

Lo cogió antes de que cayese por los hombros, ayudándolo a ponerse de pie con la poca educación que conocía, ya que al instante siguiente sus ojos rojos taladraron los negros del joven.

-No deberías beber si no sabes -dijo, olisqueando en el ambiente el fuerte olor a lo que fuese que hubiera bebido.

Lyan trató de enfocar su vista en el demonio y le dedicó una mirada poco amigable. No era que tuviera nada en contra de los demonios (era obvio que el hombre era uno de ellos) pero tampoco los amaba. Y sus palabras terminaron de rematar la tarea. Era desagradable, como todos.

- Metete en tus asuntos.- Balbuceó y dió un paso para continuar con su camino pero volvió a tropezar con su pantalone, empujando nuevamente a Bäel.

El moreno lo volvió a coger. Esta vez había sido la cabeza del joven la que había chocado con su espalda. Con lo bien que había ido el día, y cuando pensaba en 'relajarse' le salía un crío patoso y borracho que se estrellaba con él una y otra vez.

Lo cogió por los hombros, sin soltarlo, como si simplemente estuviese pasando su brazo amigablemente, y lo miró por entre sus largos y lacios cabellos.

-Hecho, cuando no vuelvas a tropezarte y caer -devolvió, serio, sin ninguna mueca aparente sobre lo que sentía o con qué tono había dicho la frase. Simplemente salió de su boca y ya, igual de viva que su carácter.

El otro se tensó y balbuceó algo inteligible a la vez que torpemente trataba de apartarse del demonio, pisándole.

- Hueles a demonio.- Dijo arrugando la nariz y apartando un poco su cara, a la vez que sus alas se encogían un tanto.

No lo soltó, ni mucho menos (no quería una costilla o la espalda rota), sino que apretó más la mano, guiándolo por las calles a algún lugar tranquilo y apartado.

-Qué listo eres. Y tú a pajarraco caído -contestó, refiriéndose por 'pajarraco caído' a 'ángel caído'-. También puedo olerte, digo, además de esa capa pestilente a alcohol barato.

Lyan frunció aún más el ceño al oir "pajarraco caído". Para él, angel caído ya era un insulto así que "arreglado" sonaba aún peor. Bufó sonoramente dejándose arrastrar, haciendo que el pobre demonio se moviera hacia los lados al andar por su culpa.

- ¿Qué más da si es barato? - Dijo arrastrando las palabras.- Emborracha, punto.

Bäel lo sostuvo como pudo, bufando también al escucharlo. Por esa regla de tres, los jóvenes se acostarían hasta con una abuela llena de berrugas sólo porque es una mujer también. Aquel sólo pensamiento le asqueó hasta a sí mismo, no por nada no soportaba a las mujeres, aunque fuesen las más hermosas.

-Si quieres joderte los riñones antes, allá tú -alzó los hombros, restándole importancia.

Por fin se detuvo en un parque totalmente vacio y algo lugubre. Todos los columpios estabas rotos u oxidados, y algunos pajarracos negros se posaban por aqui y por allá.

Lyan tenía los ojos cerrados en ese momento y se llevó una mano al estómago, sintiendo que este se quejaba por la ingesta de tal cantidad de alcohol. Se dobló unos segundos pero no llegó a hacer nada, sólo respiró hondo.

- Y qué más me da joderme un riñón o no.- Dijo desde allí, jadeando.

El moreno simplemente bufó ante tanta cabezonería, haciéndose latente su poca paciencia. Aún así, bajo una mano y empezó a acariciar la espalda del chico para alejar las nauseas, como hacía con alguno de sus amigos cuando se pasaban. No quería sus zapatos nuevos sucios de vómito.

-Eso te lo tendrías que responder tú... -se lo llevó para sentarse en un banco descolorido. Al sentarse se dio cuenta de que los tornillos que lo sostenían al suelo, estaban sueltos-. Pero al menos menos no pongas en peligro la vida de los viandantes por tus borracheras.

Lyan se dejó caer sobre el banco de mala manera, aplastando sus alas al hacerlo. Emitió un pequeño quejito y se volvió a levantar no sin dificultad, para no sentarse sobre ellas otra vez. Esta vez trató de apoyarse en el banco con más cuidado, dejando caer la cabeza hacia atrás.

- Fue sin querer.- Balbuceó.

El otro lo observó, constatando que no iba a vomitar en cualquier minuto cercano. Y si lo hacía, seria en el montón de hierbajos que había frente a ellos.

-Eso se lo tendría que preguntar a todas las personas que se chocan contigo cuando estás borracho. ¿Lo haces muy seguido? Digo, para no ir mucho a ese bar desde a partir de ahora -se apoyó también en el banco, sacando los brazos por atrás y suspirando. Incluso echando las caderas hacia delante.

Lyan suspiró sonoramente, como diciendo "no puedo ni conmigo mismo". Así se sentía en ese momento, el cuerpo le pesaba y especialmente la cabeza que se le iba a los lados en cuanto se despistaba.

- Casi cada noche..- Murmuró aún arrastrando molestamente las palabras.- ¿Algún problema? ya soy mayorcito para que un demonio me diga lo que tengo que hacer.

Lo miró igual de serio, sin pestañear (como si se fuese a ver aquello entre la maraña de pelo frente a su cara). Aunque si suspiró internamente, aunque algo feliz de ver que su ropa y su cuerpo estaban fuera de peligro o de que el otro se estuviese sintiendo miserablemente mal con todo lo bebido. Si pudiera se reiría, pero aquello era demasiado trabajo.

-¿Casi cada noche? Y por qué nunca te veo si siempre voy... -apoyó un codo en la pierna que recién había cruzado sobre la otra, sin mirarle ni nada-. No tengo ninguno, era por salvaguardar mi salud. ¿Cómo te llamas?

Lyan giró pesadamente la cabeza hacia él, para observarle de reojo o, al menos, intentarlo. Iba a contestarle a lo primero pero el otro lo interrumpio y Lyan cerró los labios con cierto fastidio.

- Lyan.- Murmuró haciendo un gesto vago de ir a tenderle la mano, que se quedó en un amago. Dejó caer la mano sobre su barriga y suspiro nuevamente.- ¿Tú?

Bäel miró la mano caer con cierto interés, ¿qué había pretendido hacer? Los Ángeles Caídos saludaban y se presentaban de maneras muy raras, al menos los demonios que conocía no hacían esos gestos tan de... humanos. Se rascó el abdomen descubierto como si nada, dejando la mano ahí.

-Bäel -dijo simplemente tambié-. ¿Vas siempre a ese bar? Como salgas siempre así vas a tener problemas, y no sólo de peleas... Seguro que se aprovecharán de ti -no se dio por aludido, porque a él sólo le hubiese interesando (o eso creía en ese momento) el muchacho si hubiese tenido dinero encima. Pero habiendo comprado alcohol tan barato... ¿qué se podía esperar?

Lyan se encogió de hombros como si le diera igual y es que encierta manera... todo le daba igual de verdad. Quinientos malditos y aburridos años habían pasado. ¿Acaso aquel demonio se pensaba que nunca habían intentado aprovecharse de él? Todavía, a pesar de los siglos pasados, no se olvidaba de la vez en que Valariel le había mordido y sobado con total descaro, dejandolo tirado y débil en un callejon. Tambien recordaba cuando un licántropo de nombre Nuard se lo había lelvado a su casa y le había echo emborracharse... por suerte de ese dia no tenía demasiados recuerdos. Y cómo olvidar cuando un humano.. ¡Un simple humano! Se había aprovechado de su debilidad en momentos de máxima depresión para hacer con él lo que quisiera. Se rió derrepente ante aquellos recuerdos, aunque desde luego no era una sonrisa alegre.

- ¿Aprovecharse de mi, dices? - Siseó y volvió a encogerse de hombros.- Me da igual.

((si, cuando se emborracha se pone de un depre insoportable x'D))

El moreno lo miró impasible también. Si a ese pajarraco le daba igual su vida, quizás pudiese el sacar provecho de ella. Aunque le había entrado curiosidad al oírle reírse, y supuso que aquello ya había sucedido. Aún así se abstuvo de preguntar. No le gustaba hacer lo que a él no le gustaba que le hiciesen: urgar.

-Qué poco amor propio. Si quieres te vendo en el mercado negro -dijo medio en broma, pero ni siquiera se podía desciifrar eso a través del timbre de su voz-. A lo mejor sacabamos algo provechoso de ahí. ¿No te parece? -dijo, ahondando en la depresión que el otro tenía sin darse ni cuenta de que estaba así.

((xD se le perdona... sólo por ser él (?) lol))

Aquella broma no le gustó nada al angel, que se levantó torpemente del banco, volviendo a tropezar para estrellarse estrrepitosamente contra el suelo. Se levantó como buenamente pudo, observándo al demonio desconfiado. A pesar de aquel tono de broma que había utilizado, el no estaba como para analizarlo.

- Ni de broma.- Contestó mirándolo casi desafiante.

Bäel hizo una especie de mueca rara que pretendía ser una sonrisa (sin lograrlo) y soltó un pequeño bufido/risa, mirándolo aún desde el banco con algo de burla en sus ojos rojos.

-Tampoco creo que me diesen mucho por ti. Así que tranquilo, estás a salvo. Levanta que no quiero vómito cerca de mi ropa -se inclinó y lo cogió por uno de los brazos, casi alzándolo del todo-. Te sientas y te despejas un poco. Quien te viese diría que estás más asustado de ser vendido que de que te violen. Interesante.

El otro se dejó llevar, pero más por que en ese momento tenía un bonito mareo que otra cosa.

- No quiero que me violen.- Musitó, como si no fuera obvio.- ¿Pero que... que me vendiesen? Eso ni pensarlo.

Se llevó la mano al estómago, respirando hondo para controlar las nauseas.

Suspirando, Bäel llevó de nuevo su mano a la espalda del otro, volviendo a hacer circulos con su mano en esta. No deseaba acabar 'bañado', así que mejor prevenía y hacía primero que Lyan se encontrase bien.

-No sé, te has reído antes de una manera que parecía que ya te resultaba cómico que te violasen. No es mi culpa si no eres claro. Y venderse no es tan malo, tu cuerpo puede servir para muchas cosas, cada parte de ti. Y en conjunto, pues -lo miró unos segundos, como si estuviese diciendo todo aquello en seiro pero no era así-, quizás serías un bonito esclavo. ¿Quién sabe?

Lyan lejos de sentirse reconfortado o al menos reir ante aquellas palabras, lo miró casi asqueado.

- Exclavo nunca.- Recalcó y esta vez su tono fue claro. Se echó hacia atras, volviendo a dejar su cabeza.

- La vida será un coñazo, pero no por ello voy a andar vendiendome.- Declaró mirando a Bäel de reojo.- No tengo alas para que me encadenen.

((que frase mas poetica (?) XD))

-Como tu gustes -se encogió de hombros, como si le estuviese dando la razón a un pobre loco. Y para él era así. No concebía que la gente pensase así sobre un negocio tan productivo y por (él nunca pensaría esto) ayudaba 'quizás' a salvar otras vidas.

Lo escuchó decir aquella frasecita, soltando otro bufido/risa, absteniéndose de reír muy fuerte.

-Así que te consideras un espíritu libre. Pero sin embargo has sido violado. Qué irónico.

((me gusto la frase xD 1 punto para Lyan lol))

Lyan se estremeció al decir aquello de una manera tan fríbola. Las plumas negras de sus alas se encresparo un tanto y se mordió el labio inferior.

- Lo dices como si hubiera sido mi culpa.- Murmuró mirándole de reojo.

- Yo no elegi lo que me ha pasado ¿Vale? No se que se les pasa a los putos dioses por la cabeza pero desde luego hacerme la vida imposible está en su lista.