La aburrida eternidad [Privado Bäel]

- ¡Cállate!- Dijo Lyan volando como pudo aún tratando de alcanzar pero era incapaz.

Era hora de tragarse su orgullo y dejarse llevar pues el estómago le daba molestos retortijones.

- E-esta bien, tu ganas.- ´Gritó desde allí, diisminuyendo el ritmo y llevándose una mano a la barriga.- Estoy mareado..

Bäel no pudo más que sonreír de lado, deteniéndose sin dificultades y volviendo atrás. Cuando llegó al lado del joven, ya no había sonrisa alguna en su rostro. Pasó su mano por el hombro, y empezó a deslizarse en el aire con lentitud.

-No me extraña. Creo que todo lo que bebiste está entre tu estómago y la garganta. Pero no queda mucho para llegar, así que aguanta un poco, aunque puedes regar a la gente de abajo si quieres. Es divertido ver sus caras.

Lyan negó con la cabeza, con el ceño fruncido y la amno en el estómago, batiendo sus alas suavemente. Se dejaba llevar por el demonio con la cara pálida.

- Estoy bien.- Murmuró por lo bajo.- Es sólo que no debía hacer eso... se me pasa en nada.

Bäel lo miraba de reojo, convencido de que aquello se lo tenía merecido por siquiera gastar dinero en alcohol barato.

-Yo no fui el que alardeó de volar bien estando borracho -se encogió de hombros, su mirada rojiza fija en la oscura del otro-. Ni quien dijo que podía volver solo a su casa sin caerse en lava... Pero en fin, esperaremos lo que tengas que esperar.

- Estoy bien.- Repitió el angel caído tratando de volver a imprimirle seguridad en su voz, haciendo oídos sordos a lo que este le había dicho.

- Cualquier otro día si quieres te demuestro que puedo ganarte.- Murmuró humillado.- Pero hoy no, me duele demasiado el estómago. Soy un imbécil.

-En eso te doy la razón -le dio la razón.

Ya que hasta Lyan mismo lo admitía, por qué debía mostrarse simpático negándolo, cuando en realidad eso era lo que pensaba justamente. Batió sus alas adelantando unos cuantos metros, sin mucha fuerza o movimiento repentino que pudiese hacer que las tripas del otro saltasen.

-Y cuando quieras volvemos a repetir la carrera. No creo que pierda aunque estés sobrio. Hoy has volado como una viejecita. Me pregunto cuantos años tendrás, quizás eso lo diga todo -su tono era burlón, irónico.

Lyan desvió la mirada, observando desde lo alto que ya estaban llegando al cráter.

- No tengo tantos.- Murmuró y no mentía, su edad para un angel caído era la de un chico "joven". Suspiró y se cruzó de brazos ya dejándose llevar del todo.

- Tengo 519.- Dijo en un pequeño susurró y señalo a una casucha alejada, casi a las puertas del bosque calcinado.- Es allí.

Bäel descendió lentamente, sin soltarlo por si acaso caía como una hoja desprendida de un árbol: sin rumbo fijo. Al tocar el suelo, lo soltó finalmente.

-Uh, eres todo un jovencito entonces. No te eches más años con esa mierda -le recomendó. Sus alas seguían abiertas, de par en par, dispuestas a retomar el vuelo pronto y encontrar algún lugar interesante pronto-. Te llevo bastantes años, a mi lado eres todo un enano -le revolvió el cabello, pensando que así lo molestaría.

Lyan se tambaleó un poco cuando sus pies tocaron la tierra pero en seguida recuperó el equilibrio. Escuchó a Bäel y frunció el ceño cuando este le revolvió el cabello, mirándolo casi desafiante.

- No soy ningún niño.-Se defendió y finalmente hizo un gesto con la mano.

- Como sea... ya decidiré yo que hacer con mi vida.

-Cómo gustes -el demonio se encogió de hombros. Ni siquiera estaba preocupado por el otro, pero le gustaba entrometer sus narices donde no le importaba-. Pero al menos bebe con moderación. A la próxima, si te veo en el bar, te enseñaré a beber. ¿Qué te parece? -dijo, dejando caer aquello. Era una muy clara invitación a joderle la paciencia en otra ocasión, o como el otro lo entendiese.

Lyan se giró hacia su casa y lo miró de soslayo cuando escucchó la invitación.

- Si eso es una invitación sí.- Se rió al contrario de lo que pensaba el demonio, no le había parecido mal. El mismo era consciente de que las borracheras que se pillaba no eran ni medio normales.

Incluso Bäel tuvo que sonreír al verlo. Pero fue otro bufido y una ligera curvatura de su boca.

-Claro que es una invitación. Ya sabes, hablar, beber con moderación y evitar que te excedas. Luego si te quieres ir con alguien por propia voluntad, me desapareceré como la bruma. Así de simple -le guiñó un ojo al terminar su 'explicación', sin saber por qué. ¿Complicidad tal vez? Bah, algo así seguramente. Sería divertido verlo beber y desvariar.

Lyan se rió, algo más animado y asintió al final. No había percibido el guiño pero si aquella especie de risa.

- Entonces ya nos veremos por ese bar.- Aclaró haciendo un gesto de despedida con su mano,

-Si, hasta pronto -levantó una mano, al mismo tiempo que se daba la vuelta y sus alas se batían con fuerza hasta hacerlo ascender en el aire.

Ahora era tiempo de ir a ese bar, y pasarlo bien. O algo por el estilo. Ya se le ocurriría qué hacer o a quién atormentar para pasar el rato.