La curiosidad mató al g... demonio (priv. Samy)

Tuvo que morderse los labios para controlar el gemido de protesta que quiso salir de ellos por lo corto que había sido el segundo beso. No podía, no debía continuar aquello, ni debía tentar al otro para hacerlo, por mucho que se muriese de ganas de ello.

-Vale, gracias – le dijo con una pequeña sonrisa, sin perder detalle de la cartera, y siguiéndole con la mirada hasta que se marchó por la puerta.

Una vez estuvo seguro de que se había marchado, cogió la cartera, comprobando que no había mucho dinero, pero que daba para algo. Sin soltar la cartera se dirigió al que parecía el cuarto de invitados y busco en el armario. ''¡Bingo!'' pensó al hallar ropa de su talla. Se cambió enseguida y metió la cartera de Bäel en uno de los bolsillos del pantalón. Mirando brevemente a su alrededor antes de marcharse de allí.