Erase una vez en un bar de mala muerte... (priv. Lyan)

La respiración de Caleb, el tono de su voz y, más que nada, la polla que se le frotaba con tanta urgencia le estaban volviendo loco. Subió una de sus manos para enredarla en las largas hebras de color castaño.

- S-supongo que si... Aunque no suelo hacer esto- Jadeó en su oído apretando la nalga.- con mis amigos.

Tuvo que volver a tomar esos labios, cerrando los ojos para sentir más la fricción, moviéndose el mismo tambien. Las manos en su culo tambien le gustaron, la última pareja que había tenido no era tan descarada... de hecho el descaro era algo que ya se le había olvidado, hasta que había llegado Caleb para recordárselo.

La risita que soltó Caleb se perdió en los labios del otro, entregándose a estos por completo mientras lamía los labios. Sus colmillos casi habían vuelto a su tamaño original. Quería más sangre de aquél caído, pero si iba a verlo más veces quizás pudiese pedirle un poco más y más y más, pensó riéndose de nuevo, mientras su lengua acariciaba la del otro. También era verdad que lo había dejado más satisfecho que muchas otras que había probado hasta ese momento, aunque seguía sintiendo la necesidad de paladearla. A pesar de que no era ya por hambre, sino por gusto. Como cuando uno tomaba un buen vino y sólo quería paladearlo una y otra vez sin parar.

-Y-yo tampoco... al menos no en un callejón... -se rió, lamiendo sus labios y alejándose un poco sólo para lanzarse de nuevo contra estos.

Sus ojos se ibas degradando de un color rojo hasta llegar a un verde oscuro. Las manos en el trasero del otro se movían con libertad, como si conociese ese lugar de toda la vida.

El moreno de primeras no se percató de aquel cambio en las orbes del otro pues estaba con los ojos cerrados, disfrutando de aquella lengua, esta vez con cuidado de no herirse con los colmillos de su "amante improvisado". Aún le dolía la lengua pero eso no le impedía emplearla en echar un pulso candente con la del otro.

Momentos despues se separó un poco, tomando una bpcanada de aire mientras le miraba a los ojos, notando ahora el cambio. Desde luego así estaba mucho más guapo, no tenía aquel toque peligroso que le ponía los pelos de punta.

- Sí... un callejón no es el lugar más cómodo.- Murmuró. No sabía hasta donde iban a lelgar pero a ese paso, parecía que a bastante y hacerlo en el callejón no era una idea que le atrajera bastante pero... ¿Llevar a un vampiro a su casa? Era peligroso que el otro supiera donde vivia pero ir a casa del vampiro tambien lo era...

El otro estaba completamente ajeno a lo que pensaba el otro, y sólo se dedicaba a lamer el mentón y la madíbula, hasta llegar a la oreja y allí ponerse a saborear el lóbulo. Sus manos no podían estar quietas, así que apretujaban las nalgas con descaro, frotándose lentamente y creando un pequeño vaiven entre ambas caderas. Era un dolor tan placentero, que no podía dejar de soltar jadeos.

Notaba ambas durezas tocarse a la perfección, hasta los espamos, que sólamente le daban ganas de ser travieso y realentizar el movimiento para que el otro pidiese más. O incluso para que él mismo acabase frotándose como una cualquiera a causa de la sensasión.

-Sie-siempre podemos ir a casa de alguno... -propuso, sin nada en especial pasando por su cabeza. Quizás sólo el resquicio de un pensamiento, lograr averiguar dónde vivía el caído para así poder tenerlo localizado e ir a verlo cuando quisiese-. O... podemos simplemente acabar con esto -movió las caderas, soltando una especie de quejido- y vernos en otra ocasión.

¿Vernos en otra ocasión? Aquello pilló totalmente desprevenido a Lyan, en pleno gemido por la urgencia. ¿Que no era solo un polvo de una noche? Al menos esa era toda la pinta que tenía la situación. Su mente estaba embobada, pastosa y no pudo pensar aquel punto con bastante claridad pues los roces le distraían. Quería mas, quería hundirse en las carnes de aquel vampiro, besar todo su cuerpo y sentirlo gemir bajo sí. Ni si quiera se conocía pensando en todo aquello.

La mano que se perdía dentro de los pantalones de Caleb tanteó más, buscando la entrada de este para rozarla ligeramente con sus dedos, mientras sentía los besos de Calen por todo el cuepo.

Su erección pulsaba dolorosamente, no podía más.

"¡A la mierda con todo!" Pensó ya rendido.

- Vamos a mi casa..- Jadeó en su oido, apretando más su culo.- Volando esta a cinco minutos.

Caleb temblaba contra la piel húmeda del cuello de Lyan, donde había estado pasando sus labios y su lengua con persistencia. Esos dedos lo habían pillado de sorpresa, no se imaginaba que fuese lo suficientemente valiente como para hacer eso con su trasero. El caído se merecía un punto más en la escala Caleb, pensó con una pequeña sonrisita.

Sin embargo, la proposición no era algo que lo sorprendiese. Había estado llevando al límite a Lyan, en algún momento debía caer por completo; si no hubiese empezado a dudar sobre sí mismo.

Se separó del cuerpo del otro y lo miró.

-¿Estás seguro?... -preguntó, lamiéndose los labios ansiosamente-. Puedo seguirte, no te preocupes por mi.

Lyan asintió y se acercó para volver a darle un beso suave, no tan ansioso como los anteriores si no más bien dulce a pesar del calentón que tenía encima.

- ¿Cómo que puedes seguirme? - Le preguntó entonces separándose un poco y abriendo las alas, mientras lo miraba dubitativo.

Hasta donde el sabía, los vampiros no podían volar, ¿No? Únicamente conocía a uno que podía... Valariel, el ángel que había sido convertido en vampiro y por tanto, sus alas se habían vuelto negras, como los caídos. Sintió un escalofrío al acordarse de aquel malnacido y se centró en observar a Caleb esperando su respuesta.

El castaño asintió, separándose un poco, aunque no por gusto para enseñarle como unas alas transparentes le nacían en la espalda en apenas segundos. Lo miraba fijo, sonriendo un poco de lado.

-Cuando bebo sangre de alguien... puedo conseguir alguna de sus habilidades. Una de las tuyas debe ser volar, ¿no? -le preguntó, como si aquello no fuese evidente, adelantándose para volver a tomar su boca con ansias.

Se separó poco después, presionando su entrepierna con la del otro. Estaba burrísimo, y por más que mirara al otro no sabía ni por qué. ¿Sería que la sangre del otro era afrodisíaca?, pensó riéndose levemente.

Lyan se había asombrado ante aquella declaración, ese era un gran poder, muy útil. Pero no le dió tiempo de cavilar más o a hacerle alguna pregunta ya que la boca del otro le distrajo de sus pensamientos, volviendo a recordarle lo cachondo que estaba. Sobó fugazmente su culo antes de que Caleb se separase y casi jadeando, le sonrió.

-Vamos.- Dijo con cierto apuro batiendo las alas para elevarse y esperarlo. Aquella iba a ser una noche muyy interesante.

Caleb asintió con una pequeña sonrisa. Las alas medio trasnparentes empezaron a moverse y al instante estuvo al lado del cáido, el cabello agitándose a causa del viento.

Con una sonrisa traviesa se puso frente al caído, tocándole descaradamente el paquete para luego apartarse sin más yendo hacia atrás mientras lo observaba. Simplemente se movía, no sabía a donde tenía que ir.

-Vamos -repitió.